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Mostrando entradas de abril, 2017

En una iglesia saludable, podemos no esconder nuestras imperfecciones.

Poco antes de que crucificaran a Jesús, una mujer llamada María de Betania derramó una botella de un caro perfume sobre los pies del Señor. Después, en un acto aun más osado, le secó los pies con su cabello ( Juan 12:3 ). ~ ~ ~ ~ ~ María de Betania no solo sacrificó lo que posiblemente eran los ahorros de toda su vida, sino también su reputación. En esa cultura, las mujeres respetables nunca se soltaban el cabello en público. Pero, al verdadero adorador, no le preocupa lo que piensen los demás ( 2 Samuel 6:21-22 ). * * * * Tal vez sintamos la presión de ser perfectos cuando vamos a la iglesia, para que los demás piensen bien de nosotros. Metafóricamente hablando, nos esforzamos por mantener cada cabello en su lugar. Sin embargo, en una iglesia saludable, podemos «soltarnos el cabello» y no esconder nuestras imperfecciones. Y deberíamos poder revelar nuestra debilidad y encontrar fuerzas. Adorar no implica co

Pedir, pedir y pedir: Una de las Maneras Erróneas de Orar.

Un niño estaba de compras con su madre y su tía en el supermercado.  Mientras ambas conversaban, el niño se apartó de ellas por un momento, y a los pocos minutos regresó con un juguete en la mano. Él le pidió a su mamá que se lo comprase, pero ella se negó. El niño no se conformó con la repuesta y comenzó a gritar y patalear en el suelo. La señora, avergonzada por el escándalo que hacía su hijo, al final cedió a su demanda. Una vez que la mujer pagó por sus compras y salieron del establecimiento, el niño sacó el juguete de la bolsa y comenzó a jugar con él. La tía, que hasta ese momento había estado observando todo en silencio, se acercó a su hermana y le dijo:  “Tu hijo sabe pedir… Pero no sabe agradecer“. Al igual que el niño que hizo rabieta para conseguir un juguete, para algunos, la oración es solo un medio para obtener lo que se desea. A veces, uno se enfoca tanto en pedir, que olvida ser agradecido con Dios. En Lucas 17:11-19 hay una historia similar, en la cual

Busca de Dios y cree en sus promesas

No permitas que el temor se convierta en un límite que te despoje de las cosas que más disfrutas. Cuando estés atravesando una situación en la que sientas que el miedo quiera apoderarse de tu vida; acude a Dios y cree en sus promesas. En la Biblia, hay historias de personas que vencieron el temor con la ayuda de Dios; y éstos son algunos versículos que te ayudarán a lograrlo de la misma forma. Deuteronomio 31:6: “Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará.” Deuteronomio 3:22: “No les tengas miedo, que el Señor tu Dios pelea por ti.” Josué 1:9: “Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas” Salmos 56:3: “Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.” Salmos 27:1: “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?”

El pecado es como un perfume NO agradable ante Dios

El pecado nos ha quitado el acceso directo a la presencia de Dios, los errores que cometemos hacen que vivamos alejados de Él y esta es la razón por la cual necesitamos ser redimidos por la sangre de Jesús. El pecado es como un perfume NO agradable ante de Dios, cuando cometemos un error que no agrada al Padre somos contaminados por un hedor que nos aparta del Señor. ¿Qué debemos hacer para tener un olor fragante ante Dios y así volver a su presencia? Tenemos que presentarnos ante el Señor con un corazón arrepentido, reconociendo que necesitamos de Él. Arrepentirse es un cambio de mentalidad, es volvernos a Dios de todo nuestro corazón de nuestros malos caminos, lo que ante la presencia de Dios es un olor fragante. El saber reconocer tu error y arrepentirte te devuelve el acceso a su presencia. “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Mateo 4:17 Cuando nos acercamos con el perfume de nuestro arrepe